viernes, 13 de junio de 2008

RADIO STAR



foto en RNA. mientras Lucio Grecco presentaba Bueno Nada.


LOS RIESGOS ANTES DE EMITIR.

EL lugar donde detuvimos nuestro viaje de descanso tenía una piscina en el medio del parque. La entrada era un playón de estacionamiento para autos que terminaba en el primer bloque de habitaciones. Luego había un sendero que bordeaba todo el contorno de los tres edificios. Las llaves que nos tendió el conserje correspondía a la puerta número 54 y quedaba sobre uno de los costados del jardín.
Nos decidimos por aquél lugar porque queríamos meternos en aquella piscina durante la noche, cuando todos los otros huéspedes durmieran. Nos repartimos el poco equipaje en partes iguales y subimos la escalera que nos llevaba hasta la entrada a nuestro apartamento. Vos tiraste las cosas en el living-room y abriste la ventana que daba al estanque. Abajo se veía poca gente, unos niños que gritaban y corrían por el césped y un muchacho junto con una chica que tomaban sol, aunque ella apenas nos era visible sentada bajo una sombrilla con los pies en el agua.

Estábamos quizás a unos trescientos quilómetros de la estación de radio desde donde esta noche emitirían la primera parte del programa. Era imposible que pudiéramos sintonizarla con nuestro equipo, y así y todo lo intentamos. Abrimos la caja donde lo metimos envuelto en unas telas, siguiendo las recomendaciones que escuche de los tipos cuando lo conseguí. Empezamos a conectar los cables y en seguida comenzó a funcionar. Te hiciste el mando de la búsqueda pero solo sintonizabas las radios de música de aquella pequeña ciudad, por la que durante la mañana, pasamos raudos y sin prestar atención, minutos antes de encontrar este hostal a un costado de la ruta.
En cambio yo estaba cansado. Vos de algún modo te diste cuenta y te ofreciste a sacarme los zapatos mientras me recostaba en la cama. Dejaste alguna de las canciones sonando a muy bajo volumen y viniste a quedarte conmigo.
Nos quedamos dormidos. Me despertaste a las pocas horas diciéndome que sería una buena idea ducharnos. Luego bajamos al salón de comidas, pero no nos gustaron los demás comensales y los dos preferimos cruzar el camino lateral hasta el hostal de enfrente.

Las últimas tres semanas conviví con la sensación de que el tiempo era un cuchillo afilado que se apoyaba en mi cuello, detrás de mis oídos. Vos escuchabas todas mis disertaciones vacuas sobre la emisión que preparaba. A los pocos días empecé sentir que no iba a lograrlo. El cuchillo en la nuca empezaba a dejarme marcas. Me despertaba a la noche con un terrible dolor de cabeza que me hacia perder coordinación. Más de una vez te provoqué con los ruidos que producía con mi torpeza. Pero vos me calmabas diciéndome que confiabas en mí.

lunes, 14 de abril de 2008